El Palacio del Colesterol es una tradición para los bogotanos, principalmente para los asistentes al Campin. Comer en sus instalaciones antes de entrar al «Coloso de la 57» es un placer que hay que vivir. Sin embargo esta enorme tradición está en peligro por disposiciones gubernamentales. ¿Qué es este espacio y por qué esta en riesgo?
Historia del Palacio del Colesterol
En 1938 se construyó en Bogotá el máximo escenario de la capital para la realización de eventos deportivos: El Campin. Este estadio empezó a tener uso constante a finales de la década del 40 cuando se inauguró el fútbol profesional colombiano. En1962 unos comerciantes arrendaron unos predios cercanos al Campin a la Alcaldía. Así fue como nació el Palacio del Colesterol.
Todo este proceso se dio para solucionar algo que al Alcalde de la época, Jorge Gaitán Cortés le pareció problemático, que las ventas cerca al Campin estuvieran sueltas así que facilito este predio para hacer una reagrupación. El lugar fue construido por los abuelos y padres de quienes hoy en día luchan porque no los saquen.
El Palacio del Colesterol abría sus puertas los días de partido, que antes solo eran los domingos. Fritanga, gallina, cocho, chicharron, morcilla, longaniza, etc son los productos que se vendían hasta las 10 de la noche durante estos días. Se le vendía a la gente que salía feliz o triste de los partidos e incluso a los jugadores famosos de cada equipo que se daban una vuelta por acá.
Situación Actual
El IDRD son los dueños de ese predio y esta vez en cabeza de su directora Blanca Duran buscan hacer una reforma a los lugares cercanos al Campin. El objetivo del proyecto es construir el auditorio de la Filarmónica.
La reubicación que esta administración propone no es otra que otorgarle a estas familias puestos en parques que no se encuentran cerca al Campin y que no constituyen una verdadera solución para resguardar este Patrimonio. Los vendedores de allí serían los perjudicados de este acontecimiento que parece difícil de resarcir.
Importancia para la ciudad
Las tradiciones construyen hábitos y estos representan una forma de vivir. El plan de ir a ver fútbol se complementaba con muchas más cosas. Llevar la radio, ir con amigos, llegar antes a escuchar historias mágicas, tomar una cerveza y comer algo en el Palacio del Colesterol. Esto viéndolo desde la ventana, con solo ser un asistente a este lugar.
De las familias que actualmente trabajan en el Palacio de Colesterol hay algunas que están presentes desde la época en que se vendía alrededor del estadio. Lo que ejemplifica lo que ha sido el proceso de apropiación de este espacio y su importancia en las personas que viven de esta economía.
Para ellos la situación es mucho más problemática. Los vendedores buscan que se les permita trabajar y que no se les responda con arrogancia a sus pedidos. El IDRD les ha ofrecido reubicación en cualquier parque del Distrito sin entender el arraigo cultural que contiene este lugar para ellos. Sin contar que las soluciones económicas no serán iguales en un parque.
