Las catacumbas de los capuchinos fueron creadas en el siglo XVI por la Fraternidad de la Primera Orden de San Francisco. En su interior se guardan 8.000 cuerpos.
Las momias al interior de las catacumbas de los capuchinos
La mayor colección de momias de Europa se encuentra en las catacumbas de los monjes capuchinos en Palermo, al sur de Italia. Sus restos datan de finales del siglo XVI a principios del XIX. Muchos de los cuerpos allí ya están esquelépticos, mientras que otros se han quedado momificados.
La historia de las catacumbas palermitanas se remonta a 1599, cuando la fraternidad capuchina estableció las capillas subterráneas bajo el monasterio como lugar de descanso para los hermanos difuntos. Para su sorpresa, los frailes que querían ampliar el recinto descubrieron allí 40 huesos que se encontraban en excelente estado de conservación.
Atribuyeron el fenómeno a las corrientes de aire, la química del suelo y la turbulencia ambiental que existía. A pesar de las condiciones subterráneas favorables para la preservación de los cuerpos, ellos pensaron que las técnicas de momificación artificial preservarían mejor sus cuerpos.
Cuerpos conservados
Entre los restos conservados en las catacumbas de los capuchinos se destaca especialmente el de la niña Rosalía Lombardo, que se puede ver en la capilla de Santa Rosalía, al final de la primera nave, a la izquierda. Ella fue la última a la que se le permitió entrar en la cripta. Nació en Palermo el 13 de diciembre de 1918 y murió el 6 de diciembre de 1920 de neumonía.
El anhelado embalsamamiento estuvo a cargo del profesor Alfredo Salafia, quien también embalsamó a Francesco Crispi. Rosalia Lombardo es una de las momias más conservadas que posee este lugar. Tanto así que se le ha otorgado el apodo de Bella Durmiente.
Según hallazgos científicos de 2009, para el proceso de embalsamiento utilizaron una mezcla de formalina (para matar gérmenes), alcohol (que habría contribuido a la deshidratación), glicerina (para evitar la sudoración excesiva), ácido salicílico (que habría impedido el crecimiento de hongos) y sales de zinc.
Visita a las catacumbas de los capuchinos
Se ingresa descendiendo por una taquilla del área de recepción y subiendo tres tramos de escaleras. El edificio tiene planta rectangular formada por numerosos muros. Cada corredor tiene un propósito específico; hay pasillos para sacerdotes, para hombres y mujeres, y para profesionales (arquitectos, pintores, etc.). Todos ellos están ubicados en la zona de excavación más antigua, que data de la primera mitad del siglo XVI.
El público es bienvenido a ingresar a las catacumbas, sin embargo, teóricamente está prohibido tomar fotografías. Además, se han colocado vallas de hierro para evitar que los turistas toquen o fotografíen los cuerpos.
Desde la década de 1980, la cantidad de carbono liberada por la respiración de un gran número de visitantes y la iluminación proporcionada por la apertura de ventanas en las partes superiores han cambiado irremediablemente el ambiente propicio para la preservación de los cuerpos, degradándolos en gran medida .
Los orígenes de su fama se remontan a principios del siglo XIX, cuando su visita se incluyó en la ruta del Grand Tour.
